Inmigración vs tolerancia
Muchos lo habrán escuchado. Un boliviano llamado Franns Rilles Melgar, calificado como ilegal siguiendo no sé que criterio legal, fue abandonado en las cecanías de un hospital gravemente herido tras seccionarse un brazo en la panadería en la que trabajaba.
"Nunca imaginé que pudiera hacer algo así, que fuera capaz de hacerlo", Rilles dice esto porque no conocía la incomparable hospitalidad española.
Los reproches van dirigidos hacia el jefe de su empresa, para quien fabricaba pan durante nada más y nada menos que 12 horas al día a cambio de 23 míseros euros diarios. Y quien tras el incidente lo subió en un vehículo hasta el hospital Francesc de Borja de Gandia y, según su relato, lo "abandonó" a 200 metros de la puerta de acceso después de lanzarle una simpática advertencia:
-Si te preguntan, comenta que tuviste un accidente, pero no digas nada de la empresa.
No contento con ésto, el agradable empresario decidió tomar el brazo amputado y, simplemente, tirarlo a la basura, eliminando cualquier posibilidad de volverlo a implantar al desafortunado protagonista de esta historia.
Esto no es más que una manifestación extrema del racismo, la xenofobia y la insolidaridad existente en nuestro idílico país. Todo empieza por un simple partido de futbol en que los niños aprenden a decir negro de mierda sin ningún tapujo al jugador rival de turno, o escuchan al padre en casa afirmando que la culpa de la crisis la tienen los extranjeros que ocupan "nuestros" puestos de trabajo cobrando menos originando más paro, y que acaban determinando que cada uno tiene que irse a su país y acabar así con la delincuencia.
Sí claro. A veces no tenemos conciencia histórica y mucho menos moral. No ha mucho que cientos de españoles, mucho familiares nuestros, tuvieron que buscarse el pan que este boliviano amasa diariamente muy lejos de su tierra, tomando el billete de vuelta de todos esas personas que llegan aquí en busca de un futuro mejor. Tal como hicieron nuestros abuelos.
Ahora piden desde CC.OO. que se le conceda a Rilles una autorización de residencia temporal por circunstancias excepcionales y razones humanitarias. A buenas horas, ¿verdad? Me parece a mí que un brazo es un precio muy alto para conseguir ese utópico concepto que hemos creado para determinar la "legalidad" de las personas.
Basta ya de mirar el pasaporte a tu vecino. Basta ya de discriminación injustificada. Basta ya de meter miedo con la inmigración. Estoy harto de tanto egoismo e irracionalidad. Basta ya de pensar que todo lo que vemos a nuestro alrededor es nuestro, que elegimos donde nacimos, que el hecho de nacer aquí o allí te da distintos derechos... ¿cómo lo estamos haciendo tan mal?