Relatos cortos III - Café matinal
Ni subido a una escalera conseguiría besarte más allá de mis sueños. Ahí estaba yo, cada mañana solo por ver tu gracia. Y buscaba de reojo ese cruce de miradas que luego recreaba en mi mente hasta que me agotaba el sueño. Tú, tan coqueta y picarona, solías vestir esa estudiada expresión de indiferencia; yo, tan ingenuo y dócil, apuraba como podía el peor café de la ciudad para despedirme con aquella ensayada sonrisa. Ahora las cosas se ven de otra manera pero, aún así, no puedo evitar estremecerme cada vez que me agarras la mano y me dices: "!siempre te sales con la tuya!"